martes, 6 de mayo de 2014

Conferencia de Javier Almuzara.


El día 28 de abril se celebró en el Edificio Histórico de la Universidad de Oviedo una conferencia, con motivo de publicación de los dos últimos poemarios de Javier Almuzara, un poeta asturiano. El acto fue presentado por el profesor José Luis García Martín y contó con la asistencia de la concejala Silvia Junco Martínez y la directora de la cátedra Emilio Alarcos Josefina Martínez Álvarez entre otras personalidades. En la  hora de duración que tuvo el acto, se presentó al poeta y a su magnífica obra frente a un público de lo más variopinto (estudiantes, profesores, curiosos, ancianos, al menos un bebé, periodistas, poetas, amigos, conocidos...).

Como la conferencia se hacía desde la cátedra del difunto ex profesor de la Universidad de Oviedo Emilio Alarcos, Josefina Martínez Álvarez quiso hacerle un pequeño  homenaje antes de  comenzar con la introducción de Almuzara.

Javier Almuzara, que recibió el premio Alarcos de poesía en 2003, fue calificado como un excelente y brillante poeta. El profesor José Luis García Martín resumió en tres palabras lo que podría decir de él, de ese alumno suyo que incluso se convirtió en uno de sus personajes: poesía, música y entusiasmo.

Para Almuzara, la poesía es música que piensa, no que siente. La tarea del poeta es jugar con las palabras, mirar a su alrededor atónito, pues los poetas son como los niños. Hay que despojarse de todas las palabras campanudas, ser directo, para que la poesía funcione.

«Los poemas no suelen ocurrir los poemas en el momento de la emoción porque la objetivización de la emoción pide una cierta frialdad», comentó al explicar una pequeña anécdota.

Con tres poemarios a su espalda (El sueño de una sombra, Por la secreta escala y Constantes vitales), su poesía se revela como sencilla y clara,( él mismo quiere que esto sea así). Esto se refleja en poemas como el que viene a continuaciób,  La Cárcel de Papel:

Las mejores historias que has vivido
te las contaron.
Dorados, minuciosos, lentos párrafos
que explicaban el mundo,
te negaron el mundo.

Y muy pronto añadiste
tu esfuerzo al de los que antes
alzaron aquel muro
de libros frente a ti;
también tú diste vida
a fantasmas de tinta y de papel:
tu propia vida.

Has pasado los años,
los días y las páginas
creyendo vanamente que si ahora
no estás tan vivo como los demás
cuando te mueras no estarás tan muerto.